Eros y civilización parte de la tesis sustentada por Freud -
particularmente en El malestar de la cultura- de que la civilización
necesita una rígida restricción del "principio del placer". Pero a la
luz de la propia teoría freudiana, y basándose en las posibilidades de
la civilización llegada a madurez, Herbert Marcuse aduce que la
existencia misma de ésta depende de la abolición gradual de todo lo que
constriña las tendencias instintivas del hombre, del fortalecimiento de
los instintos rivales y de las liberaciones del poder constructivo de
Eros.
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