Siguiendo a Bataille, el género humano es el único que puede
hacer de su actividad sexual erotismo, porque a diferencia de los animales,
tiene actividad sexual sin que necesariamente medie el fin de procrear. Más
allá – o más acá, según se vea- del erotismo de los cuerpos, está lo que
Bataille llama el erotismo de los corazones, cualitativamente más sagrado, ese
ardiente y pasional.
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